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The Art of Ancient European Magical Folklore

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La Danza de la Muerte

Durante la etapa de la Baja Edad Media, el motivo de la muerte se erigió en una temática dominante, en cuya contemplación se atestigua no una resignación cristiana, sino un desasosiego arraigado ante la inminente privación de los deleites terrenales. La Danse Macabre engendra, en una vertiente, una connotación de carácter religioso, en tanto procura recordar la efímera naturaleza de los placeres mundanos, instando a una disposición previsora hacia una despedida cristianamente edificante (conviene aludir al concepto "Memento mori"); en otra vertiente, adquiere matices satíricos al propiciar que todos, independientemente de su edad o posición social, encarnen la figura de lo finito, encarnando el poder nivelador inherente a la muerte. Aunado a esto, el fenómeno halla cauce en manifestaciones artísticas notables, resaltando entre ellas los grabados legados por Hans Holbein el Joven (publicados en 1538) y Heinrich Aldegrever (1541). Hacia el siglo XIX, el caricaturista Thomas Rowlandson contribuye a este corpus mediante una versión grabada impregnada de un tono notoriamente humorístico.

Entre las figuras icónicas que inscriben sus trazos en esta vasta narrativa destaca "La Danza de la Muerte" de Michael Wolgemut. De igual modo, la "Danza general de la Muerte," confeccionada en lengua castellana, pervive en un manuscrito preservado en las estanterías de la Biblioteca de El Escorial, cuya confección remonta a los albores del siglo XV. Estructurada en más de seiscientos versos dodecasílabos, dispuestos en estrofas de trama más amplia, la obra alberga un desfile de figuras paradigmáticas de los tres estratos sociales medievales (nobiliaria, eclesiástica y plebeya), instadas en sucesión por la Muerte a unirse a su danza, al tiempo que lamentan su designio inapelable.

El individuo medieval, acogiendo en su seno la incólume conciencia de la fugacidad de la existencia, conferirá a la muerte el estatuto de motivo artístico. Las danzas mortuorias, proyectadas en la Semana Santa, adquieren la forma de alegorías en las cuales convergen individuos de variados estratos sociales y circunstancias económicas, yuxtaponiéndose a esqueletos en una coreografía que personifica el recurrente tópico literario de la muerte como niveladora omnipresente.

Actualmente hay lugares de España que aún continúan con la tradición de las Danzas de la Muerte como Verges.